miércoles, 13 de septiembre de 2017

No devuelves.-

Tierra caliente
 que envuelves en tu ruda seda
la carne más querida,
 no devuelves
 la mirada de madre,
 la serena frente
 de padre,
 tierra caliente
 no devuelves
 
 
 Habremos de cantarte, empero:
 sobre tu suelo levanto la blanca bandera
 de mi paz,
 mi anidado empeño
 pues, animal, te habito.
Yo vengo
 de aquella raza mala,
aquella que ha traído
el combate inútil
 la brutal rapiña
capaz de lo romo y lo infinito
del prodigio y del vómito
del beso y la barbarie.
 
 A cambio de tu asilo
yo prometo
 que labraré con otros por cambiar la bestia
 que fervorosamente te devora
Y que la vana esperanza nos levante
 y el evidente imposible ponga sitio
 al crujir sordo
 de los huesos que se quiebran
a tu muerte inevitable.
 nuestras armas se levanten al brote de los textos,
 al inaudible movimiento de unos párpados,
 de un corazón que lee
 que ama
 que piensa
 que siente
 que escucha
el redoble terco
de la paz,
aquella
única arma.
 
 Y que despierta.

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