En qué mano apostar el doblón cuerdo
mi redoblado afán
este mísero alborozo.
Cuando el ajuar lo forman las pavesas
cuando es nuestro tesoro la ceniza.
Seco bordón,
de canto monocorde y único dibujo
mi lápiz, con esmero de orate,
va trazando sus lágrimas.
En el patio
atestado de hierba
la sombra se acicala.
Pasó el turno del oro:
a tajo cae la noche
con silbos de cuchilla.
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