Del jardín, la miel del tábano,
del amor, la escarcha de la carne.
Escucho en la colina el vagido de las flores,
el tiempo las empuja a los pies de los caballos.
Magma, latido, mirada, pedida súplica,
todas las puertas que atiendo están cerradas.
Es hora de romper muros de piedra,
de darse al remo en horas de distancia.
Tal vez en el otro lado del jardín
haya un horizonte dispuesto para el vuelo.
Oigo el grito amarillo de la tarde.
Está dándome su adiós. No queda tiempo.
del amor, la escarcha de la carne.
Escucho en la colina el vagido de las flores,
el tiempo las empuja a los pies de los caballos.
Magma, latido, mirada, pedida súplica,
todas las puertas que atiendo están cerradas.
Es hora de romper muros de piedra,
de darse al remo en horas de distancia.
Tal vez en el otro lado del jardín
haya un horizonte dispuesto para el vuelo.
Oigo el grito amarillo de la tarde.
Está dándome su adiós. No queda tiempo.
1 comentario:
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