Contra el lienzo ha de quedar,
balando, mi pecado,
tiradas contra el blanco, hilas rojas,
la sed y el alfiler
cardando entre la sangre.
Allí, en tierras donde pace
el cordero del asombro
fue que nació esta voz,
la misma que hoy os grita.
La misma que hoy entona
este arrebato
por que el trueno fervoroso se me venga,
vestida en voz entera, tormenta desusada,
canto de loco,
letanía
del niño botarate,
ora ruego, ora color, ora risa,
ora sol, y disparo, y días de fiesta.
Con ello espero
que la nube benévola libere
mis hombros agotados
del peso de la lluvia.
A cambio, quede aquí, pues, mi compromiso:
vuestro será el trazo que la suerte me depare.
Tampoco esperéis mucho. Tan sólo ha de quedar
la forma del cuerpo que me viste,
sobre la tierra impreso.
Bien pronto;
cuando caiga.
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