Enclavado en mi hálito de vida
voy de camino por la cuesta abajo
ignorando el dolor de ese badajo
que dará la tonada de partida.
Disfrutador del sol, nada lo impida
¡ventanillas abiertas cuando viajo!
arrojé las cortinas al atajo
para ver el rugir de la crecida.
Y si hubo un tiempo en el que en dios creía
es láudano que exije vasallaje:
a una ninfa encomendé mi guía.
Mientras traza la línea el carruaje
saboreo el azúcar de su fruta
en mi dicha hogareña de salvaje.
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