Llueve a esta mesa sin beso tu madera
casi sin abrigo, casi sin lluvia
en la piedra del pecho, y con la afrenta
de saberte a viento, con dios, de noche acometida,
y bajo ese sol de escolta soportar tu ausencia
durante estos tantos, largos, blandos años.
Y que me ha ido bien, mamá, en la terca del hambre,
en la cava el huerto, en la comida,
en el runrún alegre del corro de los niños,
o en laca que blanquea las faltas de mi pelo.
Es el cuadro que pinto. Hoy, que llueve
agua de aquel verano vestido de asesino,
y salen broma, el lazo de la sangre, el coche, el saco
el barro, el perro que te quiso,
los burros de tu caldo, el hueso con cuchara.
Y estás tú, madre que lloro, que tanto me quisiste,
debajo del manzano, llamándome a los gritos.
8 comentarios:
precioso blog. Me encanta como escribes
Permiteme que te siga
Un abrazo
Claro!
Un bico.
f.-
Muy bueno, Fede.
No te quepa la menor duda de que sigo tus versos.
Cariños.
LH
Un bico, Lillian. Aquí ando, despacito pero seguro.
fede.-
He pasado mil veces por este poema, y siempre me duele. Hoy te lo digo.
Mi abrazo, fede
Rayu, la que me dio de beber...
Un abrazo gordo.
f.-
Este poema me parece enorme. Emocionante, doloroso y bello. Y muy vallejiano.
abrazo, O.
Vallejo es el padre del que no puedo/quiero librarme.
Abrazo gordo, Olga!
f.-
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