sábado, 24 de noviembre de 2007

En un tiempo hoy de piedra.-

En un tiempo hoy de piedra
pintamos a la muerte sus párpados cerrados
y el violín lo era todo.

Así se habrá quedado en pelo el aire.
Así el volar sereno de los pájaros.

Que se volaron en franco guirigay.
Que su esperanza de soplo era la puja.

De sus plumas se siente aquel rasgar helado:
qué no habrán firmado los pájaros agüeros
por sentenciarme en el dolor rotundo.

La cena me ha tomado hablando por la espalda
tirando aún del bozo de aquella miga antigua.

Aquí la cicatriz.
Así la llave.

Es este el día sin peso
en que la muerte en esperar se aturde.

Mientras oigo aquel pío de pájaro de forja
clamando sentencioso que estamos ya en el tiempo
de abrir el cielo a todos.

Mientras limpio la sangre del grave monumento
y piso la uva grande que tengo en el lagar
a sorbos con el aire, a guiños con la suerte,
a suertes con el pan...

4 comentarios:

mabel casas dijo...

federico
"aquí la llave.
Aquí la cicatriz"

fuerte,resume la vida
me gusta la cadencia y contenido de este poema
el final redondea y deja ternura flotando
cariños

federico ruibal dijo...

Mabel, cuánto tiempo. Me gustan tus versos, cortados,tirantes, fuertes como cuerdas de ballesta. Un beso.

Federico.-

Anónimo dijo...

Leo uno y otro y todos, unos más pero no menos, todos tus poemas, son como una pista de nieve y mi lengua se desliza como un trineo.
Como ondulado todo y cada letra y palabra y si acaso, lo humilde de tus manos, pendencieras de cerca, quiero decir, libres, y tan de pan y de leche caliente, y apenas una sombra tu gran fisonomía de poeta, tu hambruna de fe, lo sincero y cierto que anida en sólo tú sabes qué rima, que rima, que rima.
Con estas palabras Federico, te agradezco lo que este mundo oblicuo mío te debe, que es mucho, porque es gracias pero es también pilares y columnas y pirámides.
Amigo mío, que nunca no sobren las palabras, ni lo hayamos dicho todo.

federico ruibal dijo...

Nunca, grande.

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