Si mi maza ha volado sobre pelo
cuando al cáliz del Cristo cayó el solio.
Y si se fueron, digo, mis palos andarines
contra carne de luz, carne de abrigo.
Y si la mano bajó en golpe, y no en caricia,
siusar el verbo para daño fue costumbre
a las fuerzas de la vida
pido perdón.
Pero ser humano soy, raza maldita,
preclara tozudez de un gremio de asesinos.
Por ende
contra aquella fama falsa de coraje y de guerreros
he de mover mano.
Porque, a pesar de todo,
y de aquel cuidado hasta en el barrer,
necesariamente hice daño:
por el suelo habrán quedado
las cáscaras en pena de los amigos muertos.
Por ello es que desde el centro
debe de haberme venido este castigo
de quedar yo bien solo.
y me paseo intimando con mi lego
acariciado con la vista ancianos mares,
y mi sombra contra el sol
y el recuerdo del gato.